viernes, 26 de febrero de 2010

Sobre Vicente Guerrero Saldaña

Vicente Guerrero Saldaña y el Bicentenario
Marcial Rodríguez Saldaña
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El pasado 14 de febrero se cumplió un año más del magnicidio cometido en contra de Vicente Guerrero Saldaña, ordenado por Anastasio Bustamante, quien contó con el apoyo del traidor Francisco Picaluga y de soldados esbirros quienes lo fusilaron en Cuilapan, Oaxaca, en 1831. Para condenar este hecho histórico deplorable, se reeditó un libro que enaltece la figura del insurgente, en cuya presentacion expresamos las palabras siguientes.
Nos hemos congregado en la ciudad de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, para presentar el libro Revaloración de Vicente Guerrero, consumador de la independencia del erudito escritor guerrerense don Vicente Fuentes Díaz.
Teníamos la intención de presentar el libro, el 14 de febrero, fecha en que se cumple un año más del magnicidio cometido en contra del guerrerense más notable que haya nacido en esta tierra fértil, sin embargo, por cuestiones de organización y de asistencia de público, lo hacemos a dos días de esa fecha.
La presentación del libro se realiza en el marco de la conmemoración del Bicentenario del inicio de la Independencia de México y el Centenario del comienzo de la Revolución Mexicana; forma parte del esfuerzo de un grupo de ciudadanas y ciudadanos guerrerenses que admiramos nuestra historia y sus héroes más preclaros, entre quienes se encuentra Vicente Guerrero Saldaña, y que buscamos mantener viva en la memoria de nuestro pueblo, cada epopeya gloriosa de la nación.
Se trata de la reedición de esta obra, que fue editada por primera vez en agosto de 1989; por ello, nuestro agradecimiento a don Vicente Fuentes Díaz, quien por conducto de su familia permitió que se hiciera la reedición del libro, el cual constituye una aportación a la bibliografía sobre la vida del consumador de la independencia de México.
La obra ha sido reeditada gracias a la generosidad de un altruista editor de Guerrero, Héctor García Alvarez, quien forma parte de una familia de larga tradición periodística en nuestro estado.
Expreso mi agradecimiento a todos los integrantes del Consejo Ciudadano, a los cronistas, historiadores, investigadores, artistas, académicos y ciudadanos, quienes desde el 2008 nos propusimos conformar este Consejo desde la sociedad civil, sin ningún patrocinio gubernamental, pues confiamos en nosotros mismos, sin mezquindades, sólo por amor a nuestra historia y a sus héroes.
Agradezco el sumo interés, el entusiasmo y la entrega, de nuestro común amigo Ricardo Infante, quien ha sido un miembro destacado de este consejo en su función de secretario ejecutivo, y gracias a su empeño, perseverancia, talento y convicción ha sido posible que muchos trabajos de este consejo se hayan realizado; entre ellos, la preparación de los textos para el periódico Los Centenarios y el cuidado de la reedición de la obra que hoy presentamos.
Concebimos la historia no sólo como la celebración dispersa de fechas, por muy importantes que éstas sean, sino como un proceso social integral, sucesivo de múltiples actos, de hazañas de personajes, de grupos, de ciudadanos, de clases, del pueblo en su conjunto, que por sí mismo construye su destino, como ha sido el de México.Por ello, no hemos buscado sólo conmemorar las fechas simbólicas de la historia de la independencia y la revolución, sino que desde un principio nos propusimos que la conmemoración del Bicentenario y el Centenario de nuestras gestas heroicas, no se circunscribiera a festines y banquetes, sino que fuesen una oportunidad histórica para esta generación de mexicanos, de arraigar en lo más profundo de nuestra conciencia, de nuestro ser, de nuestra alma como nación, los valores, acontecimientos y héroes que nos dan identidad.
Para nosotros ha sido y es así, pero desafortunadamente no para los gobiernos federal, estatal y municipales. Si bien es cierto que en algunos casos se ha anunciado la realización de obras materiales, a las cuales no se les niega su importancia, lo que no observamos es un plan para enraizar nuestra historia, que incluya como lo hemos propuesto, la edición y reedición de obras clásicas de la historia patria, de biografías de sus héroes para adultos, para jóvenes, para niños, en material escrito, en videos; la rehabilitación y apertura de museos como el de Juan Álvarez en La Providencia, la reconstrucción de la casa que habitó en ese lugar; el de Hermenegildo Galeana en Técpan; la restauración de sitos históricos como el de la trinchera en el Veladero; la cracion del museo de la patria en la Iglesia de la Asunción, la imposición de nombres de los héroes a calles en todos los municipios del estado; la instalación de bustos en las plazas públicas; la instalación de estatuas, de esculturas de los héroes en parques y lugares turísticos; la organización de coloquios, seminarios, congresos, conferencias, exposiciones fotográficas, de pintura, obras de teatro, programas en los medios de comunicación y cuantas actividades más fuesen posibles para impregnar en la conciencia popular cada hecho resplandeciente de nuestra historia.
La historia de México es nuestra más grandiosa riqueza cultural, son las raíces sobre las cuales se ha levantado la noble nación mexicana.
Nosotros, como miembros de la sociedad civil, sentimos el deber moral ineludible de reivindicar nuestra historia y a sus héroes; por ello es que se ha editado el periódico Los Centenarios, se han impartido conferencias en diversas partes del estado, se han realizado programas en medios electrónicos, y así continuaremos durante los meses por venir promoviendo todas las actividades que estén a nuestro alcance, para que se mantenga viva en la memoria de nuestro pueblo su propia historia como una llama incandescente que nunca perecerá, puesto que en la medida que se conozca, admiraremos más nuestro pasado, pero tendremos la fortaleza, la visión y convicción para edificar un mejor futuro de la patria.
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* El autor es presidente del Consejo Ciudadano para la celebracion del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana en el estado de Guerrero.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Sobre el historiador Florencio Benítez González

A continuación publicamos la entrevista al distinguido profesor universitario Dr. Florencio Benítez González, de quien pronto saldrá el libro Los Álvarez. Poder y política en el siglo XIX, en la región de Guerrero, editado por el Instituto de Estudios Parlamentarios "Eduardo Neri", del H. Congreso del Estado de Guerrero.
La entrevista, realizada por Edmundo Santana, se publicó en Diario 21. Periódico plural del estado de Guerrero, que circula en Iguala, Gro., el 10 de mayo de 2009.

La entrevista del domingo
Florencio Benítez
Doctor, catedrático e historiador
Edmundo Santana

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Iguala, Gro., 10 Mayo.
Este domingo me honro en ofrecerles la interesante charla sostenida con el Doctor en Historia Florencio Benítez González; que se llevó a cabo en su rincón - biblioteca que este ilustre personaje relativamente joven, tiene montada en su hogar-, lugar de donde han brotado y seguirán brotando las ideas para plasmar en sus libros la riqueza escondida que en el devenir del tiempo ha guardado celosamente Iguala y que nuestro entrevistado ha desenterrado para descubrir lo bella que es la Cuna de la Bandera Nacional y la grandeza de su historia.
- Buenos Días estimado Doctor Florencio Benítez.
- Buenos días maestro Edmundo Santana, es un placer tenerlo aquí en su casa.
- De antemano te agradezco el concederme esta entrevista para Diario 21. Doctor ¿Eres Igualteco?
- Claro, de una familia Igualteca, enraizada aquí desde hace más de 180 años. Mis padres fueron el Sr. Florencio Benítez Barrera y la Sra. Sofía González Mora. Nací en el año de 1955.
- ¿De ocupación?
- Mi papá primeramente fue empleado de una farmacia “La Providencia”, muy conocida en Iguala, ubicada en el lado oriente del Monumento de la Bandera y después trabajó como empleado del gobierno del Estado durante muchos años y mi madre se dedicó a las labores de su hogar, aunque antes de que ella se casara trabajó en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
- ¿Quiénes componían la familia de tu mamá?
- La Sra. Herminia Mora mi abuela; fue hija del Dr. Manuel Natividad Mora quien con la llegada del ferrocarril a Iguala en 1898 se vino a vivir a esta ciudad, se encontró con mi bisabuela que llegó proveniente de Apetlanca, Gro.
- ¿Y desde entonces vivieron en esta calle de Madero, no?
- Si, aunque antes se llamaba la calle de Guadalupe y también le decían calle Real a raíz de que se estableció la Estación del Ferrocarril. Mi mamá fue hija única y vivía acompañada de sus abuelas y de sus tías bisabuelas.
- ¿Quiénes eran sus tías bisabuelas?
- La Sra. Pipiana Miranda que no se casó. Fue hermana de un revolucionario zapatista. Hubo varias hermanas, según me dicen, que vinieron de Apetlanca y por ser altas y blancas se casaron con personas acomodadas de esta ciudad, como fue el caso de mi bisabuela con el ya citado Dr. Manuel Natividad Mora.
- Te pregunté todo esto porque yo conocí a tu mamá conviví mucho con ella porque era muy amiga de mi hermana Maruca. Mi familia y yo, vivíamos a 3 casas de donde vivían tu mamá y tu abuela. Tu abuela fue mi madrina, en aquel entonces yo tenía 6 años de edad y las familias, la tuya y la mía se apreciaban y convivían mucho.
- Había una Sra. de nombre Sofía Mojica que tocaba la guitarra ¿Era de tu familia?
- No, era amiga porque aquí las familias se identificaban, como sucedía en todo Iguala pues en aquel entonces, todo mundo se conocía y doña Sofía fue una señora virtuosa de la guitarra y tocaba música clásica.
Era una sociedad de mujeres que vivían en esta calle y yo siempre he dicho, recordando mi infancia, cuando las veía a estas mujeres que habían vivido un romanticismo tardío, porque la que no sabía declamar, sabía cantar o sabía tocar un instrumento y en sus tertulias que organizaban ellas mismas se la pasaba uno muy divertido, porque aprendía uno mucho de este círculo de mujeres que sabían vivir la vida.
- ¿Quién declamaba?
- Doña Aurora Mastache.
- Pues nosotros vivíamos frente a la casa de Doña Aurora. Ahora si que ¡Qué recuerdos señor Don Simón! Y hablando ya de ti Florencio, ¿cómo viviste tu infancia?
- Fui un niño como todos los que vivíamos aquí, casi todos de la misma edad. Vivíamos felices, nuestros papás trabajaban, no había los problemas que hay hoy; nos poníamos a jugar por las tardes o por la noche en la calle, era raro cuando un camión o un coche circulaba por la calle.
- ¿En dónde estudiaste la primaria?
- En la escuela Nicolás Bravo y mi jardín de niños en el Rosaura Zapata. Recuerdo a mi maestra Adi Noemí. Mi secundaria la estudié en la ESPI, recuerdo al maestro Rebolledo, a Deloya, el Profr. Valle, a Lebrum Fuentes, a la maestra María Valle y muchos más.
- ¿Después de la Secundaria?
- Entré al CREN para ser Profesor de Primaria, de la generación 1970-1974.
- ¿Qué escuela te asignaron ya titulado?
- En la zona de Cocula en 1974 a la Escuela Primaria de Tlanipatlán en donde estuve 2 años y después, trabajé 4 años en Tonalapa del Río que está en la misma zona escolar de Cocula. De ahí di el salto a la Preparatoria de la Universidad Autónoma de Guerrero. Pero también en Tonalapa entré a trabajar a la Secundaria Juan B. Salazar. Al terminar mis estudios en el CREN hice mi Normal Superior en Chilpancingo y la terminé en 1980 con mi especialidad de Historia. Tuve la fortuna de que el rector de la Universidad Rosalío Wences Reza firmara un convenio con la Universidad de Puebla que tenía en ese tiempo a muchos maestros exiliados que recibió en México el Presidente Luis Echeverría Álvarez procedentes de América del Sur y venían de Puebla a dar clases en verano a Guerrero por ese intercambio. Eran buenos maestros: argentinos, uruguayos y chilenos.
Terminando mi normal, hice la Licenciatura en la Normal de Guerrero porque cuando se vino la homologación a nivel nacional, fue requisito que nos pidieron de estudiar la Licenciatura.
- ¿Qué seguiste estudiando?
- Me inscribí en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y estudié la maestría en Historia y después de eso me fui al Centro de Investigación y Docencia en Humanidades en el Estado de Morelos y ahí estudié mi doctorado en historia.
- Durante tus años de preparación y superación académica ¿En dónde estabas trabajando?
- Bueno, gracias a que entré desde el año de 1980 y fui fundador de la escuela preparatoria No. 32 de la U.A.G., la Universidad me otorgó una beca para estudiar la maestría y el doctorado, dedicándome de tiempo completo a sacar adelante mis 2 estudios de postgrado. Allí trabajo actualmente y la Universidad me ha requerido por mi formación profesional que me vaya a trabajar a Chilpancingo pero yo estoy muy apegado a mi familia y a mi ciudad natal que es Iguala y he rechazado esas invitaciones y prefiero estar aquí, aunque reconozco que el nivel en donde estoy trabajando no es el adecuado.
- Florencio, ¿el historiador nace o se hace?
- Yo creo que las 2 cosas, porque en mi caso por ejemplo, el contacto con mis bisabuelas y mis tías que vivían en la casa, me hablaban de Zapata, de Porfirio Díaz, que algunas de ellas lo llegaron a conocer, porque además fueron personas muy longevas, esto me motivó en mis primeros años de vida al escuchar las anécdotas sobre estos personajes y lógicamente me interesé por el estudio de la historia; además de que coincidió con que mis maestros de primaria tenían una predilección manifiesta por esta rama del saber que es la historia.
- ¿Qué te platicaban tus tías, te acuerdas?
- Si, por ejemplo recuerdo perfectamente bien que cuando Porfirio Díaz fue presidente le llamaban “época de paz” y era un contraste tremendo con lo que yo escuchaba en la escuela.
Otra cosa muy importante, por parte de mi abuela que fue hija del Dr. Mora quien fue terrateniente; al Dr. le quitaron sus tierras y fue Emiliano Zapata quien se las expropió. Entonces mi abuela decía que Zapata fue un bandido y como a ésta mi familia, a muchas familias más les quitó sus tierras el caudillo morelense y en la escuela mis maestros me enseñaban otra cosa contraria.
La situación familiar y la situación de la docencia en la escuela, me hicieron que estudiara más para conocer más a fondo la vida de estos personajes.
- ¿Y por qué crees que en los libros de texto gratuito que estudiaste en la primaria se dio esta discordancia respecto a lo que contaba tu familia?
- En primer lugar los libros de texto son libros oficiales y responden a una política educativa que se marca desde las altas esferas del poder. Además recordemos que durante los 70 años que gobernó el PRI, este partido político es un heredero inmediato de la Revolución, entonces no podían magnificar a Porfirio Díaz. Desde luego que para justificarse tenían que decir que quitaron a un hombre malo, a un dictador, para llegar ellos al poder.
- Fíjate que lo mismo que te dijeron tus tías de estos dos personajes, me lo dijeron a mí en Huitzuco una familia de campesinos y en el DF un taxista ya de edad avanzada y aquí en Iguala también con personas del pueblo al decirles que yo soy sobrino directo del general zapatista Guillermo Santana Crespo.
- Pasemos a otra pregunta: ¿Qué es la historia y para qué la historia?
- La historia es el conocimiento del pasado, pero no debemos de verlo como algo muerto. Ya decía un gran historiador de la antigüedad, Cicerón: La historia es la maestra de la vida. El pasado no debemos de verlo como lo que ya pasó y que no se puede repetir. Efectivamente, no se repite exactamente igual, pero la vida del hombre siempre es la misma, entonces, los sucesos de que están aconteciendo hay que estudiarlos porque pueden servir para acontecimientos futuros.
La historia como dicen algunos historiadores: es el anclaje de nuestra vida. No podemos vivir sin historia, usted tiene una historia, los que nos están leyendo tienen una historia. No podemos tener la mente en blanco todos los días, siempre actuamos en base a un punto de referencia y ese punto de referencia es la historia.
- ¿En qué momento nace el historiador Florencio Benítez?
- Desde que me decidí en el año de 1975 por estudiar la especialidad de historia desde ahí nace el historiador, aunque ya el investigador propiamente nace a partir de que terminé mi maestría en la UNAM.
- ¿Cuál fue la primera obra que hiciste?
- Escribí para la Editorial Quinto Sol, curiosamente un libro sobre Filosofía, porque es una de las ramas que van de la mano junto con la historia, y me di cuenta que había muy malos docentes en esta materia de Filosofía y en los centros en que se tenían que impartir esta materia la utilizaban como relleno y se la daban a cualquier profesionista y los alumnos terminaban por no entender nada de esta materia tan compleja. Fue por ello que en los años en que yo estuve impartiendo Historia y Filosofía al mismo tiempo, me di cuenta de esta falla y decidí escribir mi primera obra en el año de 1998.
Después fueron tesis de doctorado que es sobre la vida de Don Juan Álvarez y de su hijo Diego: Un creador de nuestra entidad federativa y el otro por los años que estuvo en el poder. Yo siempre he dicho que Diego Álvarez es el Porfirio Díaz de Guerrero.
- En la escuela primaria y secundaria me enseñaron que era Juan N. Álvarez. ¿Por qué le quitaron la “N”?
- Porque la “N” no tiene nada que ver con su nombre. Hay un error tremendo que se ha propagado y que inclusive a veces hasta en historiadores profesionales, pero la “N” no significa absolutamente nada porque no aparece ni en su acta de nacimiento. Debemos de quitarnos de este error porque así está hasta en su testamento.
- ¿Por qué te inclinaste para escribir sobre Iguala?
- Porque los historiadores que me antecedieron eran personas que estudiaban, investigaban los sucesos de Iguala, pero para ellos mismos y cuando los llegaban a entrevistar en la radio o en un periódico, llegaban a dar algún conocimiento, pero jamás lo hacían público, ni lo historiorizaban para que la comunidad tuviera conocimiento también de esas investigaciones que ellos hacían. Entonces me propuse investigar de Iguala pero no para mí mismo, sino para todos a través de mis libros.
- ¿Cuántos tipos de investigación existen?
- Hay 3 tipos: Bibliográfico, de Campo y la Investigación de Archivo.
- Para escribir sobre Iguala ¿En qué te apoyaste?
- Se requiere de los tres tipos de investigación, van de manera conjunta. Porque no podemos pensar que Iguala es una isla de este país, entonces, los libros para saber cuál era la situación del país sobre la etapa que voy a tratar directamente en la historia de Iguala.
- ¿Cuántos libros tienes sobre Iguala?
- “Inmigrantes y comerciantes en Iguala”- desde que yo era muy pequeño todavía alcancé a convivir con muchos extranjeros que vinieron a hacer negocios en nuestra ciudad y se quedaron y fueron los hombres muy famosos y acaudalados, extranjeros de varias nacionalidades (árabes, alemanes, japoneses, españoles, polacos, chinos, judíos, franceses, etc). Entonces aprovechando que estaba en mis inicios del doctorado, hice esta investigación que me ha dado mucha satisfacción sobretodo entre la gente adulta de esta ciudad.
La otra investigación esta relacionada directamente con el Plan de Iguala que es un suceso importantísimo en la historia de México y del cual muy poco se sabía.
Mi más reciente libro es una serie de ensayos y ahí abarco aproximadamente 200 años de los sucesos más importantes que existían en la mente de los igualtecos pero no con la suficiente claridad
- Por favor mencióname algunas familias extranjeras que citas en tu primer libro.
- Los Chuffani que permanecieron mucho tiempo, los Kalis, los Kuri, los Ortiz Vivanco, no todos fueron profesionistas como el Italiano Fenideci que fue Dentista, el Sr. Fernández de la Farmacia Universal, los Alonso, los Chong, Kawashima, en fin, mucho extranjeros profesionistas y comerciantes que quedaron en la memoria de mucho igualtecos.
- Y para poder citar a todos los extranjeros o de ascendencia extrajera, ¿Cómo lo investigaste?
- Hice uso de una investigación de campo y entrevistas a sus descendientes solicité reuniones con familiares y amablemente todos me facilitaron hasta las fotografías que exhibo en mi libro. Algunos de ellos los alcancé a conocer, eran lo último de esa camada de comerciantes y así supe la forma y el año en que llegaron a nuestra ciudad. Crucé información con otras personas, ciudadanos ya de edad avanzada como Doña Eve Moreno que ya falleció y muchas otras personas longevas que me corroboraron la información.
- Para resumir, ¿Cuántas obras tienes?
- Una de Filosofía que ya mencioné; Inmigrantes y comerciantes en Iguala en la primera mitad del siglo XX; El Plan de Iguala en la histografía de su época; ensayos para la historia de Iguala y la que recientemente edite de la Dictadura Porfirista para el estado de Guerrero. No se ha publicado todavía mi tesis doctoral que habla sobre la familia Álvarez en el siglo XIX en el estado de Guerrero.
- ¿Has encontrado apoyo en las autoridades sobre todo del municipio para editar tus trabajos?
- Si definitivamente, aquí no es cuestión de partidismo. Tanto los presidentes municipales que han sido del PRI y del PRD me han publicado las obras relacionadas con la ciudad de Iguala. Espero que el actual presidente Raúl Tovar siga fomentando y estimulando a los escritores Igualtecos.
- ¿Hay algún plan o proyecto de obra con el Dr. Tovar?
- Si, el está muy entusiasmado en que se haga una historia de Iguala que trate desde los orígenes prehispánicos hasta el presente y creo que es necesario una obra de ese tamaño, me voy a dar a la tarea de escribirlo porque es un compromiso con el Dr. Tovar y espero que se publique antes de que se termine su administración.
- ¿Por qué el gobierno municipal no crea un fondo económico para ediciones de obras, claro confiables, de historiadores Igualtecos con el propósito de que las generaciones futuras estén bien enterados de la historia de Iguala?
- Yo entiendo que las necesidades materiales que tiene nuestra ciudad y el presupuesto que se le asigna es poco. De allí que haya declaraciones, en algunos momentos desafortunados de algunos funcionarios de que no quieren otorgarle ni un peso a la cultura; pero a mi me gustaría que tomaran esta iniciativa los señores síndicos y regidores de esta comuna y se destinara aunque sea un presupuesto mínimo a la cultura pues no todo es materia, también el hombre tiene su espíritu y se necesita cultivarlo.
- ¿Qué me puedes decir del Códice Mendocino?
- Lo tengo en mi biblioteca y es el que mandó hacer el primer Virrey Don Antonio de Mendoza. Ordenó a los Tlacuilos que lo escribieran y es un códice muy valioso de los que se hicieron cuando estaba ya la presencia española en nuestro país.
- Creo que cada quién lo interpreta a su manera porque ya no nada más es la palabra Yohuala, sino que han dado a conocer otras palabras con otros significados y todas son relacionadas con la fundación de Iguala. Existe una leyenda popular que antaño nos enseñaron sobre la fundación de Iguala, la cual se ha aumentado y corregido. ¿Qué piensas Florencio al respecto?
- Bueno, tenemos que ser respetuosos con las tradiciones orales que se han manejado pero lógicamente tenemos que darles su lugar y también dar su valor a la investigación documental de los archivos porque como dicen por ahí: “Papelito habla”. La información oral para un historiador es importante, pero creo que más importante es el documento.
- ¿Crees que nuestros orígenes estén en Pueblo Viejo?
- Si definitivamente, nuestros orígenes están allí y después pasaron a este lado. Esto era muy común, cuando llegaron los españoles generalmente no se asentaban en los lugares de residencia de los indígenas, sino en otos lugares como sucedió con Tepecoacuilco en donde el pueblo indígena estaba en un lado (aproximadamente en donde está hoy la presa) y el pueblo español estaba en donde es hoy la ciudad. El único lugar en donde no se dio esto fue en la gran Tenochtitlán, porque al llegar a ese lugar los españoles se posesionaron del pueblo azteca.
- ¿Sobre la historia de Iguala falta algo que decir?
- Sí, apenas se está empezando a estudiar y no solamente Iguala, también el estado de Guerrero. Estamos necesitados de un mayor conocimiento de nuestro pasado e invito a la gente que es estudiosa de la historia, de que se aficione a este saber ya que hace falta mucho todavía por descubrir. Hay infinidad de temas que desconocemos y que deben salir a la luz pública.
- ¿Quiénes conforman tu familia?
- Mi esposa Edith Almazán y mis 4 hijos que son Silvia, Tania, Emmanuel y Jorge Luis, además de mis 3 nietos que son Mariana, Marcela y Sergio.
Silvia es Licenciada en Psicología, Tania es educadora egresada del CREN y Emmanuel está estudiando para Cheff y el más chico Jorge Luis está estudiando el bachillerato. Mi esposa es educadora egresada de la Esc. de Educadoras Estefanía Castañeda, ya desaparecida, pero se ha dedicado al comercio del oro.
- Algún proyecto en puerta que se nos haya escapado.
- De momento estoy escribiendo con otro grupo de compañeros los libros que van a ser de texto en las preparatorias de la Universidad y que también soy coautor de los libros anteriores, pero como se hizo el cambio de programa estamos elaborando el nuevo libro que empezará a usarse en el próximo mes de septiembre. Y para principios del próximo año 2010 acorde con los festejos del Bicentenario estoy haciendo una investigación relacionado con el Plan de Iguala y Don Agustín de Iturbide y todo este proceso que se desconoce en la historia de México que comprende del 24 de Febrero de 1821 al 27 de Septiembre del mismo año en donde entra triunfal el Ejército Trigarante a la Cd. De México. Esos meses en donde se realiza la Independencia de México de manera pacífica son muy poco conocidos y estoy visitando los archivos sobre todo los de CONDUMEX del Ing. Carlos Slim para extraer la información necesaria para que en enero o febrero del 2010, sea presentado el libro que tentativamente se llamará 1821 el año que fuimos libres.
- Hemos concluido esta entrevista, solo me resta agradecer la gentileza de haberla realizado en tu estudio en la tranquilidad de tu hogar. Gracias Doctor Florencio Benítez González.
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Consultado el 17 de febrero de 2010, en:
http://www.diario21.com.mx/?module=displaystory&story_id=41154&format=html

lunes, 15 de febrero de 2010

Acerca de Ignacio Manuel Altamirano


CXVII Aniversario del fallecimiento de Ignacio Manuel Altamirano
Rodolfo Sámano García
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En 1892, obligado por la tuberculosis pulmonar que lo aquejaba, Altamirano hizo un viaje a Italia –entonces residía en París– en compañía de su esposa Margarita Pérez Gavilán, con la esperanza de recuperar un poco las energías perdidas. Su espíritu de artista no pudo haber permanecido insensible ante las maravillas que admiró en aquel milenario país. Seguramente disfrutó lo mismo ante la marmórea belleza de los antiquísimos monumentos que el genio romano esparció por toda Italia, que ante los tesoros exhibidos en las pinacotecas y museos, porque Altamirano fue siempre un enamorado del arte, como puede observarse en sus muy variados escritos literarios. Buscando el sitio adecuado para intentar un poco de alivio, los Altamirano llegaron a San Remo, ciudad famosa por su clima mediterráneo, cerca de Mónaco. Buscando con paciencia logró el maestro conseguir un pequeño cuarto en la Pensión Suiza, no tan espacioso y ventilado como lo hubiera deseado, aunque si con "un balcón que daba al patio, con vista sobre el mar".
A la llegada de don Joaquín D. Casasús, al que acompañaban su esposa Catalina y su pequeño hijo Héctor, Altamirano no tenía ya fuerzas para tenerse en pie; por lo que acordaron entonces que lo más conveniente era buscar un alojamiento más amplio y mejor ventilado, pues consideraron que la pequeñez del cuarto ahogaba al enfermo. Casasús arrendó la Villa Garbarino, donde el maestro renovó sus esperanzas de continuar viviendo e hizo planes optimistas que realizaría al volver a México. Casasús era un excelente latinista y gran orador, de origen tabasqueño, que se consideraba orgullosamente discípulo directo del maestro Altamirano. Además, la relación familiar que existía entre ambos se debía a que la esposa de Casasús, Catalina, era media hermana de Margarita, esposa de Altamirano, y Catalina había sido adoptada desde muy joven por el maestro, dándole su apellido. Fue precisamente Casasús el receptor de las disposiciones testamentarias de Altamirano, que no tenía fortuna, ni deudas, ni problemas de familia. Lo que más le preocupaba era quedar para siempre lejos de México. “No quiero que me dejen en tierra extranjera; y como el medio más seguro para volver a la patria es la cremación de mi cadáver, después que yo muera, imponga usted –dijo a Casasús– su voluntad y mi deseo, y lleve a la patria mis cenizas”.
El maestro murió el 13 de febrero de 1893, a la edad de 59 años, cumpliéndose así una de sus frases favoritas: "En 13 nací, en 13 me casé, en 13 he de morir". Los Casasús no pudieron acompañarlo en los últimos momentos de su existencia, pues habían ido a Génova por los resultados de unos análisis, teniendo todavía la esperanza de que fueran distintos a los que ya conocían. Enterados en Génova del triste desenlace, volvieron presurosos a San Remo, donde don Joaquín se encargó de cumplir fielmente la voluntad última del ilustre maestro.
En San Remo existía un horno crematorio que había sido construido bajo los auspicios de una sociedad de librepensadores, integrantes de la Logia Masónica del lugar, "obligándose todos ellos a que sus cadáveres fueran cremados". Hasta entonces ningún cadáver había sido cremado en dicho horno, por lo que las autoridades de la ciudad, atendiendo la solicitud de Casasús y aprovechando al mismo tiempo la ocasión de hacerlo funcionar por primera vez, dieron todas las facilidades a los atribulados dolientes, que vieron satisfechos como el maestro, muerto ya, daba una última lección en tierra extraña, aunque hospitalaria. Un homenaje sencillo, pero significativo, recibió el maestro por parte de aquellos hombres innovadores, como él, cuando el señor Bernardo Calvino, al frente de una numerosa comitiva, depositó sobre su féretro una corona de flores y dijo a Casasús:
“Hemos sabido que el señor Altamirano, cuya muerte lamentan ustedes, era un viejo liberal, un patriota distinguido y un hombre de letras eminente, y hemos querido, los miembros de la Sociedad de Librepensadores de San Remo, venir a presentarle el testimonio de nuestra simpatía y de nuestra admiración y a acompañarlo al cementerio para ser testigos de la cremación de su cadáver. Va a dar un ejemplo él a esta ciudad, digno de ser imitado, y es muy justo que tomemos participación en esta que juzgamos importantísima ceremonia”.
El 25 de febrero las cenizas fueron provisionalmente depositadas en el Cementerio de Pere-Lachaise, de París, en una austera ceremonia en la que Gustavo Baz dijo la oración fúnebre, de su alocución dijo: “Altamirano merecía que se le recitase ante su urna un canto de Lucrecia, si su vida no fuese en sí misma una página de Plutarco, y si la estela de su genio y la dignidad de su carácter no hicieran que para honrarlo baste citar su nombre y apelar al testimonio de una generación educada. Estamos, señores, ante las cenizas de un apóstol porque defendió todo lo que amaba con peregrina elocuencia, porque enseñaba y levantaba a los humildes, porque siempre acompañó la acción a la palabra. Fue un precursor porque reclamando para su cuerpo la destrucción inmediata, nos enseñó a pensar el problema de la muerte de una manera levantada”.
Las cenizas del maestro Altamirano fueron depositadas en una urna pequeña de madera labrada que en sus costados estaban grabados los símbolos masónicos, como correspondía a quien fue en vida un eminente masón, y llevadas por Casasús a París, luego a Nueva York, después a Veracruz y, finalmente, a la ciudad de México. Sus restos llegaron a Veracruz el 5 de Junio de 1893 en el vapor Orizaba, Las cenizas fueron llevadas al Palacio Municipal del puerto donde la Gran Logia Unida Mexicana de Veracruz organizó una velada fúnebre en la que hablaron Ignacio Pérez Guzmán y Miguel Macías a nombre del Liceo Altamirano. De Veracruz hacia México el traslado de las cenizas se realizó por medio de ferrocarril. En Orizaba los integrantes de la Logia del lugar solicitaron que el tren se detuviera para realizar una Tenida Fúnebre. En Apizaco, la masonería del lugar se reunió en torno del paso del tren, ahí el Gobernador de Tlaxcala Próspero Cahuatzin, a nombre de la Logia, en una pieza oratoria destacó la grandeza del Maestro Altamirano. El 7 de Junio de 1893 se efectuó la recepción de los restos en la estación ferroviaria de Buenavista de la ciudad de México, donde una gran multitud hizo acto de presencia para rendir su último tributo, la urna fue llevada a la Cámara de Diputados, donde había una nutrida comitiva oficial encabezada por el Presidente Porfirio Díaz Mori, al entrar los restos al recinto, la Orquesta del Conservatorio Nacional de Música ejecutó la Marcha Altamirano, compuesta por el maestro Macedonio Alcalá.
El 10 de Junio a las 10:30 horas se efectuó la inhumación de los restos en el Panteón Francés y el 13 de noviembre de 1934, al cumplirse el centenario de su nacimiento, sus cenizas fueron depositadas en la Rotonda de los Hombres Ilustres, sita en el Panteón de Dolores de la ciudad de México.
Así terminó la fructífera existencia de uno de los más grandes hombres que ha producido México. Su afán de superación fue constante y decidido; su dedicación al estudio, admirable y digna de ser imitada, y su amor a la patria, demostrado tantas veces con la pluma y con la espada, una lección imperecedera y ejemplar para todos los mexicanos.
Fue Altamirano un liberal avanzado, en época en que el liberalismo era la doctrina y la práctica que servía a la edificación del país. Por ello, valiéndose de la literatura, la política, el periodismo y la cátedra, fue uno de los constructores del México moderno que logró emanciparse, en fiera batalla, contra el poder feudalizante de la Iglesia y de todo el fardo colonial heredado del pasado.
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Bibliografía consultada:
FUENTES Díaz, Vicente.- Ignacio M. Altamirano: Triunfo y vía crucis de un escritor liberal.- Casa Altamirano, Gob. del Estado de Guerrero, Chilpancingo 1988. CAMPUZANO, Juan R.- Ignacio Manuel Altamirano: Constructor de la nacionalidad y creador de la literatura mexicana.- Instituto Guerrerense de la Cultura, Chilpancingo 1986. CORZO Gamboa, Arturo.- Altamirano: Maestro de México.- Ediciones Addenda/UPN Unidad 094 D.F, México 1999. SAMANO García, Rodolfo.- Altamirano: Maestro y político. Impulsor de la educación y defensor de la Patria. Ensayo.- Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero, Chilpancingo 2006.