jueves, 12 de febrero de 2009

Sobre Miguel Ángel Parra Borbón...

Trascribimos cinco escritos dedicados al Maestro Miguel Ángel Parra Borbón: el primero de la autoría de David Cienfuegos Salgado; el segundo de Xitlali Gómez Terán, ambos miembros de la Fundación Académica Guerrerense; el tercer escrito es de la autoría del doctor José Gilberto Garza Grimaldo; el cuarto es de la autoría de Efrén Leyva Acevedo y el quinto de Marcial Rodríguez Saldaña.
Al final se incluye un comentario del Mtro. Miguel Ángel Parra Bedrán.


Adiós a un buen Maestro
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David Cienfuegos Salgado

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“Falleció el maestro Parra Borbón”. Eran las siete con dos minutos de la mañana cuando me llegó el mensaje. Sólo atiné a torcer el gesto ante la noticia, que no compartí con mis alumnos de “Teoría de la Argumentación Jurídica”. El Dr. Garza Grimaldo envió el mensaje que desataría tantos recuerdos en mí. Hacía apenas 20 años que estuve en las aulas universitarias escuchando su clase y durmiendo en la última fila del salón. Hace dos décadas tuve el encuentro con quien, a la distancia puedo decir sin ambages, fue un buen maestro: Miguel Ángel Parra Borbón. De pocos puedo predicar tal cualidad; no porque no los hubiera sino porque no me tocaron en suerte.
Recuerdo y guardo la tarjeta en la que Parra Borbón asentó mi calificación del curso de civil que tomé con él, recordatorio de aquella época de los inicios universitarios donde los alumnos guardaban celosamente la nota que acreditaba haber escuchado y comprendido la esencia de la “lex”, aunque con Parra Borbón era ya la “loy” de la que habla Paolo Grossi. Paradójico, el buen maestro nos hizo ver la grandeza de lo que un simple trazo encierra: el valor de un hombre-nombre y lo risible de querer demostrar con una calificación el conocimiento adquirido.
A la distancia me duelo de que el buen maestro no decidiera plasmar en tinta y papel su pensamiento, tal y como lo comenté con Miguel Ángel, su hijo y mi maestro también, una tarde de charla y recuerdos. Hoy, a Miguel Ángel y a Beatriz Guadalupe, juristas ambos, les mando un abrazo fraterno.
Me entristece saber que no podré oírlo, ni podré leerlo. Sin embargo, de Parra Borbón, en mis recuerdos guardo su sonrisa, su alegría contagiosa en una clase plagada de conceptos y definiciones que de larga data han acompañado a los juristas: las obligaciones y los contratos. En sus palabras y en sus gestos estuvo la inquietud por desterrar la ignorancia del derecho, de quienes nos sometíamos a su autorictas, nunca mejor empleada la expresión.
Recuerdo que fue él quien me descubrió dormido en su clase y sin mayores trances me ordenó ponerme de pie y salir a darle una o dos vueltas al edificio de la Facultad de Derecho y luego retornar a seguir oyéndolo. No hubo mayor recriminación. Nunca volví a dormirme en clase, al menos en su clase, a pesar del cansancio que me rendía después del trabajo diario.
Recordarlo me hace también recordar a los compañeros de aquellas épocas, las manos inquietas y los sudores que causaba entrar al examen, de tres en tres, ante la imagen del hombre que lejos de la cotidiana sonrisa mostraba una adustez ominosa, aunque a mitad del examen una cómplice y burlona sonrisa se deslizara ante los desvaríos de sus pupilos que reinventaban y destrozaban las instituciones del derecho civil.
El poeta decía “cómo no haber amado sus grandes ojos fijos” y habrá que confesar que con maestros de su talla “cómo no haber amado el derecho”. Miguel Ángel Parra Borbón, maestro, Usted fue uno de los profesores que dieron sentido a una vida profesional que, aunque empujada por el ejemplo y cariño paterno, carecía de rumbo. Por ello, le agradezco el ejemplo, el tiempo y la palabra.
Paradójicamente, veinte años después, sigo dando vueltas al edificio del Derecho, sigo queriendo entender y dotar de significado a los conceptos de todos los días, sigo su ejemplo. Lamento que la escuela que usted conoció y dejó se pierda poco a poco con los profesores que no alcanzan a seguir sus pasos, de gigante, de hombre sabio, de jurista.
Mi buen maestro, no se cuánto tiempo lo recuerden sus alumnos, no se cuántos homenajes quedaron pendientes. Ahora, desde las aulas de la UNAM, un alumno lo recuerda y un profesor lo despide.
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Ciudad Universitaria, DF, 12 de febrero de 2009
[Publicado en los diarios Pueblo y El Sol de Chilpancingo, el 13 de febrero de 2009]
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AL MAESTRO Y AMIGO
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Xitlali Gómez Terán
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Son realmente lamentables las pérdidas de los verdaderos y grandes hombres, de los que difícilmente se pueden encontrar y de los que actualmente ya muy pocos existen. Portadores de cualidades como la rectitud, inteligencia, carisma, dignidad, honradez, honestidad, valentía y lealtad a nuestro país así como a sus convicciones. De esa talla era mi Maestro Miguel Ángel Parra Borbón, quien aun cuando no fuera mi profesor en las aulas tuve la fortuna enorme de conocer y de adquirir conocimiento a través de su discernimiento cuando le encontraba ya sea en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Guerrero o en el centro de Chilpancingo, donde él acostumbraba tomar café con un grupo de intelectuales sobresalientes.
No tengo palabras para expresar el sentimiento que me causa su ausencia física, pues a pesar de que hace mucho que no le veía, siempre me quedaba la esperanza de regresar a Chilpancingo y poderle encontrar en el café del centro y platicar con él.
De mi Maestro tengo muchísimos recuerdos, entre los que sobresale un detalle maravilloso al asistir junto con su muy distinguida esposa al acto de clausura de mis estudios profesionales y luego departir en una amena comida con él, su esposa y mis padres, que dicho sea de paso fueron las únicas personas que me hicieron el honor de estar conmigo en ese momento tan especial en mi vida.
Tendré grabados en la mente sus consejos hasta el día en que yo también parta de este mundo físico, algunos de los cuales me dieron aliento y siguen haciéndolo en los momentos en los que el hastío y desánimo vienen a mí en este camino fascinante de la profesión.
Apenas supe la noticia inmediatamente busqué entre mis cosas un cuadernito en donde tengo plasmados los pensamientos de todos mis Profesores de aula y de vida, sin demora busqué las líneas que, un veintidós de mayo del año dos mil tres, me escribiera mi querido y recordado Maestro Parra. Leo nuevamente, es como recordar aquél momento en que lo abordé en la rectoría de la casa de estudios de Guerrero y le pedí escribiera algún pensamiento para mí, lo cual aceptó con mucha sencillez, característica de los verdaderos hombres de éxito. Dicha misiva es para mí un gran legado que él me dejara para siempre, su pensamiento me da ahora aún más fuerzas para salir adelante, pues tengo el compromiso de luchar día con día y quizá así algún día consiga llegar a ser lo que él me dijo en esa carta: “Mi muy admirada y querida amiga, Xitlali Gómez Terán, quien tiene temperamento de atalaya, serena y majestuosa, que algún día por su preparación y entusiasmo abarcará conocimiento que sólo los elegidos alcanzan y que por lo pronto como ayer le dije tiene una personalidad física incomparable, moral ejemplar y cariz intelectual. Ojalá me considere como su eterno amigo.”
Concluyo diciendo: Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la oportunidad de conocer gente valiosa, como el Maestro Miguel Ángel Parra Borbón. Esa clase de seres humanos que es difícil encontrar entre tanta gente ordinaria.
[13 de febrero de 2009]
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Adiós a un maestro
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José Gilberto Garza Grimaldo
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Para Laura, Andrea, Blanca, Ihovanna, Ana Lucía, Miguel Alejandro, José Miguel y Francisco: nietos y bisnietos de Miguel Ángel Parra Borbón.
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Guerrero ha perdido a uno de sus mejores ciudadanos y excelso abogado. Generaciones de juristas fueron nutridas con su sabiduría y que hoy sirven a la comunidad empuñando la espada de la justicia que heredaron de su maestro.
Son sus alumnos que en su vida profesional seguirán sembrando la semilla de la disciplina, de la honestidad, de la entrega, de la puntualidad, del amor por el derecho. Es esta forma como se pude recordar y homenajear a quien de su fuente bebieron.
A quienes reclaman el porqué no escribió sus ideas, sus conocimientos, empero, los grandes hombres que han pasado a la historia no escribieron ningún libro, fueron sus alumnos quienes plasmaron las ideas de su maestro.
Puedo señalar que sus ideas siguen vivas en los escritos de David Cienfuegos Salgado, Marcial Rodríguez Saldaña, Ángel Ascencio, Beatriz y Miguel Ángel Parra y otros tantos que escriben porque creen en la justicia y aman al derecho.
Sus sentencias siguen firmes en las que dicta el Magistrado Lorenzo Jáuregui, Raúl Calvo Sánchez y otros estupendos jueces.
En la postulancia, sus argumentaciones jurídicas siguen sólidas en las demandas de Cupertino Herrera Salinas, Alejandro Bernabé, Virginia López y cientos de litigantes que cumplen con ética su profesión.
Su presencia en la docencia sigue firme en Jesús Luna Contreras, José Alfredo Romero Olea, Roberto Rodríguez Saldaña y en la mayor parte de los profesores de la Unidad Académica de Derecho, que también fueron sus alumnos.
En fin, la partida física del maestro Miguel Ángel Parra Borbón, fue eso, simplemente física; sus alumnos, hijos, nietos, esposa, seguirán en el camino que el construyó: el camino del amor y de la amistad.
Que hermosa herencia dejó el maestro Miguel Ángel Parra Borbón a su familia, amigos y alumnos: la sencillez, como todo gran hombre.
Hoy la taza de café tiene un grato aroma: su recuerdo.
Adiós maestro
[13 de febrero de 2009]
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Lic. Miguel Ángel Parra Borbón
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Efrén Leyva Acevedo
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Con profunda pena me enteré del sensible fallecimiento de nuestro muy querido maestro y amigo licenciado Miguel Ángel Parra Borbón, a quien recuerdo con mucho cariño desde la etapa en que gobernaba nuestro Estado el Dr. Raymundo Abarca Alarcón, desempeñándose como Director de Tránsito y Transportes en el Estado.
Un hombre formado en la disciplina, incluso recuerdo que a través de algún pariente cercano se dio de alta en el ejército, obteniendo el grado de Teniente Coronel como abogado y así se firmaba desde entonces, recuerdo que combinaba sus funciones en la administración pública con la docencia, donde fue maestro de muchas, muchas generaciones en la Facultad de Derecho de nuestra Universidad.
Siempre ajeno a los conflictos universitarios, pero atento a aportar lo que fuera necesario en la elevación del nivel académico y aportó por su calidad de maestro a nuestra facultad, un prestigio importante a nivel nacional.
En la época del Dr. Abarca, la moda era montar, tener caballos. Construyó un rancho por allá hacia la salida de Petaquillas, en la parte alta de los cerros, llamado “El Chinguirito”, con un caballo que era su consentido, que por alto y hermoso alazán le llamaba el “triciclo”, con su fiel caballerango: Chucho; le gustaba irse a pasar el día entero a su terreno donde sin mayor ostentación disfrutaba de su fértil naturaleza.
Un hombre recto, honesto, que transitó en la administración pública, no solo en puestos administrativos, sino que seguramente por más de 30 años fungió como Magistrado del Tribunal Superior de Justicia donde se jubiló hace algunos años, y de igual manera concluyó, hasta hace poco, su labor en la docencia universitaria.
Hoy lo recuerdo con mucho respeto, como mi maestro, como mi amigo, como el hombre que transitó dando un ejemplo a sus hijos Bety, Miguel Ángel y Blanquita; qué mejor herencia de un padre a sus hijos que el ejemplo de la rectitud, la honestidad y la responsabilidad. A ellos, igual que a doña Blanquita, su señora esposa, deseo que reciban la sinceridad de mis palabras, mi solidaridad en este momento tan difícil y mis oraciones por el eterno descanso del Lic. Parra Borbón, esperando que Dios los conforte en tan profundo dolor.
[Publicado en Diario de Guerrero, el 16 de febrero de 2009]
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Miguel Angel Parra Borbón
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Marcial Rodríguez Saldaña
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El pasado jueves doce de febrero del 2009 falleció en Chilpancingo, el maestro Miguel Angel Parra Borbón; su entrega a la docencia, sus arraigadas convicciones universitarias, su pasión por el derecho, su intachable labor en el servicio público y su generosa amistad, bien merecen reconocimiento público.
1. Conocí al licenciado Miguel Angel Parra Borbón a fines de la década de los años ochenta cuando la Universidad Autónoma de Guerrero, era asediada por el gobierno estatal encabezado por Rubén Figueroa Figueroa, quien amenazaba con reformar su ley orgánica para despojarla de su autonomía y suspenderle el subsidio; se pretendía en los hechos desaparecer a la UAG como la caja de resonancia de la conciencia social de los guerrerenses; en la descubierta de las manifestaciones de la lucha por la defensa de la UAG, caminaba junto con la mayoría de profesores de la escuela de Derecho de la UAG el maestro Parra Borbón.
2. En sus conversaciones, el maestro Parra Borbón siempre hablaba con gran entusiasmo y honor de su paso en sus primeros años de estudiante de leyes por la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, que como sabemos tiene su antecedente en el Colegio de San Nicolás en donde Miguel Hidalgo fue rector y maestro de su alumno José María Morelos y Pavón; ahí Parra Borbón recibió sus primeros cursos de derecho y arraigó sus profundas convicciones y amor la universidad pública, para luego continuar y concluir su carrera de abogado bajo la enseñanza de los ilustres maestros de la facultad de derecho de la UNAM, entre ellos su director de tesis el constituyente de 1917 Paulino Machorro Narváez.
3. El maestro Miguel Angel Parra Borbón, siempre fue un gran universitario que defendió con fervor, entrega y pasión a su Alma Mater, su encomienda como docente en la facultad de derecho del la UAG, en donde formó muchas generaciones durante mas de tres décadas, la cumplió con inusitada devoción, sus cátedras de derecho civil comenzaban siempre a las siete de la mañana, eran de la mayor profundidad en la teoría del derecho, acompañadas de ejemplos y anécdotas para el mejor entendimiento y comprensión de sus estudiantes, por ello, fue un destacado profesor universitario.
4. El licenciado Miguel Angel Parra Borbón, era un apasionado del derecho por lo que poseía una vasta cultura jurídica; aun cuando su especialidad era el derecho civil que lo remitía necesariamente al conocimiento de la tradición jurídica romano-germánica-canónica–francesa y española, su formación como jurista era muy completa, ya que dominaba la teoría del estado, la filosofía jurídica y las demás ramas del derecho; sus conocimientos los extendía a otras disciplinas del saber como la historia, la sociología y la filosofía.
5. Las cualidades como un notable abogado del maestro Miguel Angel Parra Borbón, le fueron reconocidas al ser designado en diversas ocasiones como magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado, en donde desplegó sus virtudes de jurista en cada una de las sentencias en las cuales le correspondió impartir justicia, decidir en una controversia a quien le asistía el derecho, de ahí que en su labor jurisdiccional le tocó mediante sus razonamientos jurídicos formar e ilustrar a muchas generaciones de jueces en Guerrero.
6. En la Universidad Autónoma de Guerrero, además de su encomiable labor como maestro, el licenciado Miguel Ángel Parra Borbón desempeño diversos encargos, entre ellos el de Director de Servicios Escolares, en donde promovió múltiples iniciativas para resolver problemas de sus estudiantes y egresados; cuando tuvo que elegir entre el servicio público y sus responsabilidades en la UAG, siempre decidió por su Alma Mater; era un destacado orador, sus discursos eran siempre vehementes y elocuentes; en una ocasión en su calidad de consejero universitario, cuando el rector en turno le negó formular una pregunta a un interlocutor dijo ¡entonces yo mismo me hago la pregunta y yo mismo la contesto¡
7. Su afición por la cultura universal, llevó al licenciado Miguel Angel Parra Borbón, a cumplir un deseo anhelado por años, viajar a Europa, el cual cumplió junto a su esposa doña Banquita Bedrán en el verano de 1996; conoció España, ahí se reencontró con una parte del origen de la cultura mestiza; visitó Italia en donde recordó al imperio romano que legó la sistematización del derecho, recorrió el vaticano y la ciudad embellecida por Miguel Angel y Bernini; luego caminó por París de quien decía que era como una mujer hermosa, visitó la tumba de Napoleón a quien admiraba no solo por su genio militar sino por haber creado el Código Civil, conoció sus museos el Louvre, el Orsay, caminó por los barrios latino, Pigale, por el Sagrado Corazón, la catedral Notre Dame, Versalles y todo cuanto el tiempo le permitió para admirar la ciudad luz, de la cual quedó inmensamente fascinado.
8. Para quienes tuvimos el privilegio y la distinción de conocer al licenciado Miguel Angel Parra Borbón, está viva en nuestra memoria la presencia de un gran hombre, de un ciudadano humanista, de un padre ejemplar que formó en las mejores costumbres a sus hijos Beatriz, Miguel Angel y Blanquita, de un esposo responsable, un ilustre jurista, un notable maestro y un noble amigo, quien deja como mejor testimonio su deber cumplido con creces en la vida.
[Publicado en El Sur, 19 de febrero de 2009]
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Comentario de Miguel Ángel Parra Bedrán:
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Con profunda emoción he leido los escritos que amablemente han publicado en honor a la vida de mi señor padre.
No tengo, al menos, por ahora, palabras para agredecerles ese bello sentimiento hacia él. La prosa que todos ustedes expresan delata el enorme cariño que sentían por quien dedico su vida por ser un buen hombre de familia, padre amoroso, esposo fiel, profesionista comprometido con las causas más justas, amante del derecho y amigo incondicional.
Los cientos o quizá miles de abrazos de condolencias que hemos recibido nos llenan de orgullo y satisfacción y demuestran lo que en vida se cosecha. Hoy y siempre, estoy seguro, vivirá en nuestros corazones y su espíritu rondará donde haya una causa justa que defender, su clarividencia hará que quienes lo amamos tengamos también la ludicez para estar al lado de quien lo merece y luchemos en contra de las causas no justas.
De todos ustedes mi padre siempre expresó su alta calidad académica, estaba cierto que su triunfo estaba asegurado, los veía con orgullo sabedor de que sólo contribuyo un poquito con su formación académica, en alguna ocasión recuerdo que me dijo que en pocos años,ustedes habrían de darle muchas satisfacciones al Estado de Guerrero, esa profesía está cumplida, no se equivocó.
Vaya pues un agradecimiento a sus expresiones de cariño y reciban un abrazo afectuoso, de parte mia y de la de Miguel Parra Borbón quien seguramente desde las estrellas nos está mirando con esos ojos apacibles y tiernos que fueron reflejo de su alma noble.
Gracias.