miércoles, 4 de junio de 2008

Pal Kepenyes


Por los Caminos del Sur

Manú Dornbierer


Pal Kepenyes es una leyenda en Acapulco, en donde sentó su reales en el otoño de 1959, o sea hace casi 50 años, de manera que es más acapulqueño que todos los nacidos en el puerto después de esa fecha. Construyó su primera y muy original casa –actualmente el taller y galería “Espacio Palesco”, ampliamente conocida por los visitantes internacionales interesados en el arte– en la avenida Guitarrón, con vista a la “Bellísima Bahía”, como la llamó el escritor Ricardo Garibay. Lástima que pronto le tapó esa vista una de las feas construcciones que ha permitido el desorden arquitectónico acapulqueño.
La cantidad de fantásticas piezas escultóricas que ahí produjo y sigue produciendo Pal con Amadeo, su fiel asistente, no se pueden contar. El Espacio Palesco ha sido testigo de su impresionante creatividad y capacidad de diversificación. Pero en determinado momento, su taller del Guitarrón no fue suficientemente amplio para las obras que el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu, el último gobernador culto que ha tenido Guerrero, le encargaba. Pal obtuvo así momentáneamente un lugar cerca de la Base Naval para crear una obra monumental que debía ser emblemática de Acapulco, El Pueblo del Sol, que Ruiz Massieu quiso erróneamente colocar a la entrada de lo que sería años después el Acapulco Diamante, su creación y que hoy en ese punto se ha convertido por falta de planeación en otro amasijo de feas construcciones.
La escultura monumental es un enorme sol con figuras danzantes en su interior. Pal la pintó, como se hace con las grandes esculturas modernas urbanas, de un color vivo y alusivo: Un espléndido naranja, que desde luego no gustó a los que jamás han estado expuestos a la cultura moderna, a obras equivalentes como las de Calder en Chicago, por ejemplo. Uno de ellos sería con el tiempo el gobernador defenestrado Rubén Figueroa que no es muy fino que digamos, y que encargó a Bob Oré, un canadiense-marroquí que prácticamente se apoderó en cierto momento de Acapulco por ser yerno del entonces potentado Enrique Molina (antes de que se convirtiera en prófugo de la justicia) que disfrazara la gran escultura de “bibelot”, de esos que venden en las tiendas departamentales pintados de un aberrante tono cobrizo. Y desde entonces, aunque el Derecho de Autor sea constantemente violado en dicha escultura por los ignorantes gobernantes municipales y estatales, no se ha vuelto a pintar del color que le corresponde, amén de haber sido largamente vejada por una indebida oscuridad por la noche, grafitti y demás manifestaciones de los ignorantes e insensibles.
En ese taller-órico jardín que le brindó Pepe Ruiz Massieu, construyó también con el material restante un grupo fabuloso escultórico llamado “El Baile”, compuesto de tres enormes figuras, que posteriormente llevó a su residencia en Cumbres de Llano Largo. Y hace unas semanas desgraciadamente, Acapulco lo acaba de perder. Compró la magna escultura el Ayuntamiento de Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México. En lo personal me da tristeza porque se hubiera visto sensacional sobre la Costera, en la Condesa, por ejemplo, donde los hermanos y primos Rodríguez Escalona jamás han querido renovar los simpáticos restaurantes y “bailaderos” que hizo mundialmente famosos su padre, el Gran Chuy Rodríguez, y que hoy, con otras feas construcciones nuevas, son otro amasijo más de casuchas corrientes. “El Baile” hubiera rescatado a la Condesa dándole la clase que debe tener un sitio turístico de tanta fama. Qué lástima, Héctor Rodríguez, que no te animaste, (como habías ofrecido) a comprar la obra de arte. Qué lástima Ernesto, Secretario de Turismo, que te faltó visión. Qué pena Felix Salgado que hayas gastado en tonterías y no en el espléndido grupo escultórico de 7.5 metros de altura y tres toneladas de gran arte. Y, bueno, felicidades a Atizapán de Zaragoza. Allá iremos a visitarlos los acapulqueños … aunque muertos de la envidia.
PAL, EL HUNGARO
En 1956, Pal Kepenyes escapó hacia París de la prisión Maria Nostra, ubicada a 45 km de Budapest, la capital de Hungría. Estuvo encerrado en la cárcel comunista en calidad de preso político 5 años, de los cuales 3, que se dieron durante la terrible dictadura de Stalin, en condiciones de tortura perpetua. Las ventanas estaban pintadas de negro o de blanco y nunca se abrían. Los habitantes de María Nostra no tenían derecho de ver el cielo ni el sol ni la luna. Nunca salían ni al patio. Vivían con luz artificial, siempre expuestos a que los guardias los levantaran y golpearan, jurándoles que nunca dejarían la prisión. A la muerte de Stalin en 1953, aflojó un poco la presión. Los presos hacían trabajos en minas y campo fuera de la prisión.
Pal Kepenyes sólo regresó a su país natal después de la caída del comunismo, pero había perdido la nacionalidad. Hoy se la regresaron y es húngaro de nuevo, pero también mexicano ya que por fortuna en México existe la doble nacionalidad.
Después de varios meses en Hungría adonde fue grandemente homenajeado Pal acaba de regresar a Acapulco por razones de salud y tras una caída de caballo. Aquí es su casa. En Hungría le acaban de hacer un formidable homenaje a nivel nacional con todos los medios de comunicación. Expuso en la mejor galería de Budapest, Octogon, del empresario Iván Bojar quien también es dueño de una gran revista. ¡Y están haciendo una película sobre su vida! Van venir los cineastas húngaros por supuesto a filmar en su patria por casi 50 años, Acapulco.
Expuso 28 piezas cuyo envío en mala hora corrió por cuenta de la Secretaría de Relaciones de México. Llegaron tarde para la inauguración de la exposición en Octogon, así que Lumi, su compañera y promotora de toda la vida, tuvo que venir de volada por piezas. Y además, el gobierno de México le exigió que las esculturas se expusieran una sola vez y que regresaran de inmediato y no dejaron que se vendieran. Luego las olvidaron. ¿Así promueve el gobierno de México a un artista internacional. Pal tiene invitaciones para exponer en el Banco Arner, de Lugano, Suiza, en Alemania, en Bruselas y en New York y que ha sido invitado por sus otros paisanos a construir a orillas del Danubio otra magna escultura, movediza ésta, de medio millón de dólares?
En Hungría Pal Kepenyes visitó su pueblo Kondoros, no lejos de Budapest, hoy convertido en una bonita ciudad. Ahí estudió en los años 1946-47-48 Artes Aplicadas, preludio a la escula de Bellas Artes. Su primer maestro de escultura al que quiso muchísimo, y no ha olvoidado el nombre de su primer maestro de arte que se llamó Desiderio Erdey. Como todos los artistas Pal fue desde desde los 8 años famoso en su escuela primaria por sus dibujos y esculturas.
Definitivamente, nadie es profeta en su tierra… mexicana, a menos que se trate de alguna de las innumerables mediocridades de Televisa que en este trópico son adoradas y promovidas. A punta de muchos millones de pesos entregados a la TV, “Guerrrero Brilla”, sí, pero por su ausencia de la cultura universal, excepción hecha afortunadamente de la Orquesta Filarmónica de Acapulco.
Pero si Pal hará a orillas del Danubio el gran artilugio citado, ojalá a orillas del Pacífico pueda realizar el proyecto que hoy trae entre manos para Acapulco: Un parque en las alturas, plantado de esculturas y de musadendras ese maravilloso arbol de grandes flores rosas. Ojalá su sueño de arte para este puerto enfermo de corrientez algún día se logre.
(Publicado en La Jornada Guerrero, del 03 de junio de 2008)